martes, 10 de noviembre de 2009

EL CAFÉ DE "LOS ROSALES"

Una historia cotidiana de un amorío casi adolescente. Es algo para abrir boca, espero que le guste.
Una pequeña introducción

No sé si alguna vez te has parado a pensar en la importancia que puede llegar a tener abrir una puerta. Detrás de una puerta puede haber un mundo nuevo, algo nunca visto, puede estar el trabajo de tu vida, puede haber una oportunidad…Piensa un momento en las puertas que puede que no hayas abierto, imagina que podrías haber encontrado y valora las cosas que has encontrado detrás de las que has abierto, en los sitios que has entrado, en como te han recibido…y a partir de ahora empieza a valorar ese hecho que hasta ahora había sido algo tan simple y tan cotidiano.

Capitulo 1

Marcela nunca podrá olvidar aquel día de septiembre, una chica nunca olvida un día como ese, y menos una chica de su edad, por aquellos entonces debía tener unos 22 años, quizá alguno más.

Era una chica bajita, no estaba gorda para nada, pero si he de decir que contaba con sus curvitas, el pelo se lo había teñido anaranjado, lo llevaba liso, corto y con flequillo, sus ojos, azules, grandes y espabilados, predominando sus largas pestañas. Sus labios carnosos y de un rojo natural, destacando sobre su piel blanquita, casi translucida,…Una cara muy llamativa, con gestos coquetos… Era chica muy particular, de carácter vivaracho en algunos momentos y muy aburrido al siguiente segundo,…Una caja de sorpresas.

Estaba estudiando en Sevilla y compartía piso con dos chicas más, Angelina y Fabiola, dos niñas bien, de las que no han roto un plato en su vida aparentemente, más sosas que una berenjena y encima se habían hecho cómplices y boicoteaban a la pobre Marcela,…le estaban dando el año las dos. Ella las llamaba “La Butaca y la Pantoja”.


La Butaca, era Fabiola, porque a parte de ser una vaga y estar todo el día tirada, y porque según Marcela su culo era más ancho que una butaca roja muy antigua que había en el piso y la Pantoja, porque Angelina, llevaba una melena de pelos negros, por debajo de la cintura, recta y sin vida alguna, al igual que la cantante; y ciertamente se parecía bastante a ella.


Aquel día de septiembre, Marcela había quedado con sus amigas Elena y Maica, como cada tarde en la cafetería “Los rosales”, siempre iban a esa porque tenía un patio interior lleno de macetas y si el día estaba bueno, se sentaban en unas mesitas en el patio a compartir risas, anécdotas, grandes dosis de cafeína y algún que otro cigarrito al aire libre, para hacer una paradita en los hábitos estudiantiles cotidianos.

Marcela se vistió con un pantalón negro y una camisa de cuadros negros y morados y se fue en su coche a “Los Rosales” para encontrarse con Elena y Maica, como era habitual. Se sentaron en la mesa de siempre y no tardó en salir el tema de “hombres”, Marcela, se puso ha habla de “su” Alfonso. Alfonso era un tipo de estos que triunfan en el instituto, el guapo del grupo, rubio, ojazos azules, metro noventa, fuerte, …llevaba dos años en la clase de Marcela y aun no se había dado cuenta de que existía, pero ella estaba totalmente entregada y enamorada de él desde el primer día que lo vio, no existía otro hombre para ella, siempre recordaba y contaba explícitamente momentos de conversaciones, mas bien frases, que había intercambiado con él, como :

- ¿ Me dejas un boli? O ¿Tienes hora? …
- ¿Os he contado el día que mi Alfonso se acercó hacía mí y miró a un pájaro que había en el suelo, pero luego se tocó el pelo con las manos abiertas y me dijo - ¿Me dejas el horario? ? Y ese tipo de cosas absurdas de las que ella hacía su mundo con Alfonso,…

- Ya te vale Marce. Lo que tienes que hacer es ponerte guapa un día y lo invitas a tomar café aquí a Los Rosales, os ponéis en la mesita del rincón y le haces piecitos. No tienes nada que perder, es que si no esto va a ser platónico toda la vida. – dijo Maica


- Claro, y vosotras aquí sentadas las dos grabando el momento desde esta misma mesa, anotando incluso,…Ja. – Además ya lo sabéis, yo tengo el presentimiento de que un día me va a invitar a salir él y se va a poner su camisa azul,…

- Y los pantalones vaqueros que le quedan ajustados, y te va a llevar a cenar al Italiano del centro,… Que sí, que nos lo sabemos de memoria, guapa. – pujó Elena.


No le dio tiempo a contestar a Marcela, cuando se abrió la puerta de “Los Rosales” y entró Alfonso ante la sorpresa de las tres chicas, pero no venía sólo, venía con una chica de la mano, desde el punto de vista de las muchachas no se podía ver quien era ella…


La parejita se acomodó el la mesa del rincón, en esa que las chicas aventuraban que se iba a sentar con Marce para hacer piecitos,…La primera reacción de Marcela fue quedarse estática y boquiabierta, la segunda fue dar un salto de campeonato, con el café en la mano incluso y corrió a ver quien era la acompañante de “su” Alfonso del alma.


Por culpa de Murphy su café fue a parar a un chico que se levantaba en ese mismo instante de una de las mesas contiguas, achicharrándole el pecho y manchando toda su camisa,…pero, eso no fue obstáculo para ella, antes de socorrer al herido se fue a ver a la acompañante de su amado, descubriendo en ese mismo momento un dolor al nivel de el del accidentado y también a la altura de su pecho, concretamente en el corazón.
Su Alfonso del alma, se estaba comiendo los morros con “La Pantoja”. Angelina Parra Huertas, tenía a su Alfonso prisionero en sus labios de “tonadillera”.


Marce sólo supo agachar la cabeza y desandar el camino hasta su mesa con el corazón roto y el alma en los pies. Pasó por el lado del quemado, al que sus amigos sí socorrían pero, ella pasó de largo…

- ¡Eh, tú!- oyó a sus espaldas - ¿No me vas a pedir disculpas ni nada?
La voz le sonó como a mil años luz, se giró un poco y mirando de reojo dijo con la vocecilla apagada y cierta enajenación…

- Perdón.

No supo decir nada más, cogió su bolso de la silla y se fue corriendo al coche para que no la viesen llorar allí. Se puso el CD de Amaral, y tras dar varias vueltas con el coche por la ciudad, cantando las estrofas más desoladoras al unísono, finalmente llegó a su casa y sin dar muestras de nada a “La Butaca”, se metió en su habitación para desahogarse intensamente.

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