1. Momentos
Llegó el momento, algo en mi cuerpo me decía que ya era la hora, no podía esperar ni un segundo mas, los días corren y las semanas no paran de pasar, y cuando me vine a dar cuenta hacía meses, casi un año que no sabía nada de él.
Sé que decidimos entre los dos que no éramos el uno para el otro, sin tener un motivo concreto, ni nada en particular, simplemente, el cosmos no quería que la unión de nuestras vidas fuese posible.
Intentamos mantener una amistad, sin lograrlo pues, el simple echo de estar a menos de un metro el uno de otro, creaba una atracción imparable, ya no había pasos atrás cuando llegaba esa distancia y volvíamos a equivocarnos, así que decidimos no volver a vernos, ni a tener contacto nunca mas, y si surgía por casualidad, pues limitarnos a un rápido saludo y continuar a nuestro destino sin pararnos mas. Sinceramente lo que nunca podía imaginar es que ni siquiera nos íbamos a cruzar en ese encuentro rápido e hipotético que habíamos supuesto.
Lo cierto es que dentro de mi cabeza unos días me convencía que no vernos era sin duda la mejor opción y otros días deambulaba por las calles con el simple propósito de llegar a cruzármelo, aunque sin suerte. En el fondo, lo que no terminaba de admitir es que la atracción que surgía en esa distancia, también la sentía aun estando lejos, aun sin vernos en mucho tiempo y no terminaba de saber si solo era por el recuerdo de los momentos más intensos o si realmente me quedaban ganas de volver a intentarlo. Lo que si me quedaba claro dentro de mi confusión, es que sentía la necesidad de saber de él.
Los viernes de otoño solía acudir al circuito de cine clásico y a la salida un café, metódico y a la vez tan especial,…
Pues ese viernes, no me permití pensarlo demasiado y corrí al coche para ir a aquel punto exacto, pensaba ir cada viernes hasta que me lo encontrara allí, simplemente para saber que estaba bien.
Ya me lo decían los amigos, que estaba bien y que era feliz, pero solo yo sabía con solo mirarlo cual realmente era su estado anímico y ese tipo de cosas, a pesar de ser alguien tan difícil de llegar a conocer. Y yo sabia que podía estar aparentando estar muy bien, y estar realmente atormentado.
Recuerdo, que la sensación del rencuentro llego a ser tan fuerte que a mitad del camino, me pare a pintarme los labios, yo había engordado un poco y la imagen era importante. Algo dentro de mí me decía que lo iba a ver esa misma tarde.
Al fin llegué al parking de la calle Martinete, suspiré decepcionada, si ya no estaba allí su coche, era casi imposible que estuviese por la zona, la sesión de cine ya estaría empezada, y si no era para ir al cine éll no iba a ir por allí.
Ya había asumido que no era el día, pero no descarté un café Panchito, como era su territorio yo había evitado todo ese tiempo la zona, y solo en la calle peatonal hay franquicias de Panchito, hacía demasiado tiempo que no me tomaba un café al caramelo y me apetecía muchísimo.
Justo cuando ya me había rendido, sentada con mi libro y mi café note una mano en mi hombro, cerré los ojos una fracción de segundo y desencantada adiviné que era una mano femenina así que él no podía ser.
- Ana ¿Eres tu? – oí, y enseguida reconocí su voz
- Fátima ¡cuanto me alegro de verte! –respondí
- Y yo a ti Anita, si es que hace ¿Cuánto?… ¿un año que no nos vemos?
- Si, más o menos eso creo…- mentí, sabía perfectamente la última vez que la vi. Hacía justo un año y dos meses, el tiempo que no veía a su hermano.
- ¿Y que tal?
- Bien Fátima, ya sabes, la rutina del trabajo, los pacientes, lo de siempre…todo igual, sin novedades… ¿Y tu?
- Bien también, he vuelto hace un par de días de Malta, he estado trabajando por allí y bueno he quedado aquí con Daniel, ya sabes este hermano mío como es, si yo no hago por verlo el ni se cosca…
- ¡Ya.!...- trague saliva. Ella me conocía lo suficiente para saber que al pronunciar su nombre se me habían bloqueado los sentidos.
- ¿Hace mucho que no os veis, verdad? – pregunto metiendo el dedo en la llaga, pero él nunca le iba a responder a ese tipo de preguntas, y de un modo u otro ella era la única que sin habérselo confirmado nadie, sabía que entre nosotros había habido algo mas que una simple relación profesional, nos conocía a los dos demasiado bien.
- Sí, la verdad es que hace. – contesté seca restando importancia al asunto, aunque en ese momento ya sentía miles de mariposas revoloteando por mi estómago.
- Vamos, Anita, no seas así, siempre habéis conectado muy bien y es una pena que no os veáis. Él es un terco, pero tu…tu no eres así
- No quiero hablar de eso, Fátima, lo siento…
- Perdona, pero es que no veo nada de malo en que mi hermano y tu tengáis una amistad, pues os conocéis de toda la vida, habéis jugado juntos de pequeños, no entiendo porque sois tan testarudos y os picáis de ese modo. Deberíais poner de vuestra parte y enterrar el hacha de guerra…
- Vamos Fátima, no me toques las narices, no es el momento de hablar de estos temas, Daniel puede llegar de un momento a otro y a parte sabes que es algo que no es posible…
- No me refiero,…Veras Ana,…he dicho amistad, mi cuñada no merece nada de lo que sea que le habéis hecho lo cual no me importa ni lo quiero saber,…pero es que sois brutos hasta para eso…
- Mira, no me andes con esas, no hay otro modo de hacer las cosas, tu sabes lo que ha habido siempre entre nosotros, y lo hemos intentado por activa y por pasiva, pero entre tu hermano y yo no hay otra forma de entendimiento…
- Recuerda, que hace poco más de un año que se caso.
- Fátima, parece mentira, me conoces. Lo tengo muy presente, y las cosas siguieron el camino que tuvieron que seguir, porque precisamente ya sabes como soy, y jamás me hubiese metido ahí. Tú sabes que si fuera por Daniel, todo se habría ido al carajo, pero Gloria no lo merece y le di su lugar.
Yo no tuve la culpa de encontrarme con tu hermano después de cinco años, y que el no me dijera que se iba a casar hasta que no estábamos ya bastante enredados,…
- Nunca entenderé porque se caso en medio de tanta confusiones – dijo Fátima preocupada.
- Tu sabes que él y yo somos tal para cual, pero no estamos destinados a estar juntos, y no pude permitir que hiciera eso, no podía dejar que cambiara todo por algo que terminaría siendo nada, como siempre. Y por supuesto que le hiciera eso a Gloria.
- ¿Crees que con Gloria es feliz?
- Déjame solo mirarlo a los ojos y me lo dirá todo sin pronunciar una sola palabra. Tú sabes que sus ojos lo dicen todo, lo conoces muy bien.
- Lo conozco como mi hermano, pero en el fondo como tu no ha llegado a conocerlo nadie, eres la única persona en la que el ha confiado siempre sin dudar. Conectáis, sin duda.
No pude contestarle de nuevo solo pude tragar saliva, y aguantar mis emociones.
- Son y media Ana, estará al llegar ¿Crees que deberías quedarte?
- No se Fátima, lo que quiero no se corresponde con lo que debo hacer.
- Yo lo dejo en tus manos, no quiero condicionarte…pero, si el está de nuevo con alguna de sus neuras os vais a perjudicar, es un riesgo, pero lo dejo en tus manos, no puedo estar toda la vida haciendo de hermana mayor, ya tenéis treinta años…
Agaché la cabeza unos momentos y tome aquella absurda decisión…
-Esta bien Fátima, me iré, pero debes llamarme luego, mejor, tienes que quedar conmigo antes de irte, venir a mi casa y contarme como esta. Me preocupa su salud, me acuerdo de él cada día, y eso no lo puedo evitar por más que lo intento
- Te lo prometo Ana, aunque no se si es lo correcto lo haré y no me preguntes porqué, pero os quiero demasiado…
Abracé fuerte a Fátima, agaché la cabeza y anduve deprisa hasta el parking, me monté en el coche y durante unos minutos me quede allí parada pensando en su cara, en lo cerca que había estado verle, en que habría pasado si me hubiera quedado allí, y ese tipo de cosas.
Aquello era como entrar en un mundo imaginario en el que solo a veces me permitía entrar, y lo cierto es que disfrutaba, como un juego de niños en el que una cuchara se convierte en una espada de pirata, mi coche se convertía por momentos en una especie de nube y me permitía flotar en un mundo de situaciones que se quedaban en imaginarias.
Unos golpes en el cristal, me devolvieron al mundo real, bajé la ventanilla y oí aquella voz…
CONTINUARÁ
No hay comentarios:
Publicar un comentario